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sábado, 5 de septiembre de 2009

De la Oratoria y algo mas...


"El que sabe pensar pero no sabe expresar lo que piensa,
esta en el mismo nivel del que no sabe pensar"
(Pericles 450 a.c.)


No podemos desconocer que la oratoria resulta ser hoy uno de los elementos fundamentales con que contamos los abogados en el ejercicio de nuestra profesión, más específicamente aquellos que ejercen el derecho penal. Por qué?

Nuestro Código Procesal Penal de la Nación establece en su artículo 363 que el "...debate será oral y público, bajo pena de nulidad..."
De esa manera nos encontramos que, una de las características primordiales del debate es la oralidad. Como ya sabemos, dicha característica deviene de la manda constitucional que ordena el establecimiento del juicio por jurados (arts. 24, 75, inc. 12 y 118). Ya lo menciona Julio Maier en cuanto señala que "Frente al mandato de establecer el juicio por jurados no puede caber la menor duda acerca de que nuestra Constitución tornó imperativo para nuestro país un procedimiento penal cuyo eje principal era la culminación en un juicio oral, público, contradictorio y continuo, como base de la sentencia penal." ("Derecho Procesal Penal" Tomo I, pág. 655, Ed. Del Puerto).

Ahora bien, en consonancia con lo dicho, encontramos que la "oratoria" en ese sentido nos va a servir de herramienta para poder desarrollarnos, en principio, en un juicio oral (sin descartar las restantes etapas que también se desarrollan en un marco de oralidad).

Antes que nada, y como todo comienza por un significado, buscando pude encontrar que la Oratoria significa el arte de hablar, o mejor dicho el arte de hablar en público. Arte porque entiende que el orador es un artista que combina armoniosamente; ademanes, gestos, expresión verbal y corporal. Se da en todos los procesos comunicativos donde el desarrollo, expresión y desenvolvimiento de una persona lo hace a través de la palabra. Pero ello sólo no es suficiente, ya que su característica principal, que la diferencia con lo didáctico, lo poético, etc., es la de "persuadir". Esta es su finalidad práctica, útil e inmediata. Persuadir que implica: inducir, mover la voluntad de una o varias personas hacia una dirección en concreto. En oratoria no basta que la inteligencia “se rinda”, es necesario “rendir” la voluntad con el objetivo único de hacer lo que el orador quiere.

Un Orador eficaz es el que cumple su propósito. De ahí que a la oratoria se la considere como una disciplina eminentemente práctica.

Como vemos, la oratoria resulta ser o utilizarse como medios para cumplir con su fin inmediato de persuadir a todo aquel que nos está escuchando. Esto significa, convencer a otras personas que nuestras opiniones e ideas son las correctas. Lo cual se realiza que mediante un lenguaje claro, preciso, breve, etc.

La oratoria requiere, esencialmente, un conocimiento amplio de los contenidos a comunicar y la preparación previa del mensaje y de la forma de presentación, en función de las características de aquellas personas a las cuales nos vamos a dirigir.

Al mismo tiempo, necesita de un una correcta utilización del aparato vocal y la necesaria complementación con el lenguaje no verbal, ya que los gestos son muy importantes como herramienta de comunicación.

Acá es donde los abogados comenzamos a intervenir. En lo que va del desarrollo del curso se estuvo tratando de entender que en todo proceso tenemos verdades relativas (regla N° 2), es decir, tantas verdades como partes halla en el mismo. Y que, en base a esas verdades, cada uno intentará direccionar nuestra actuación en pos de tratar de que la nuestra sea la que prime por sobre todas las demás.

Esa es nuestra finalidad, y lo vamos a hacer a través del aporte de diferentes medios de prueba que sirvan para construir esa verdad. La oratoria nos va a servir como el medio más eficaz con que contamos a fin de poder persuadir a quien tiene la tarea de juzgar (regla N° 3) y así arribar a un veredicto que satisfaga nuestros intereses y como consecuencia directa los intereses de nuestro cliente. Esto significa tratar de convencer a un Tribunal (o eventualmente a un jurado) de que nuestras opiniones e ideas son las correctas y moverlas a la acción de acuerdo con ellas. Involucra también la motivación para que otros realicen lo que en el fondo muchas veces no quieren hacer. Nuestra persuasión se va a orientar a la voluntad de los receptores.

En otro orden de ideas y leyendo un poco sobre el tema (Manual sobre “Oratoria Profesional” de Alexander Alban Aléncar), una de las cuestiones que me pareció interesante resaltar, teniendo como base la total inexperiencia en el desarrollo de la profesión y el no haber enfrentado en alguna oportunidad a un auditorio exponiendo algún tema en particular, fue un capítulo destinado a la personalidad del orador, más específicamente al “Miedo del Orador” o “Miedo Oratorio”. Me pareció interesante desde el punto de vista de entender que partimos de la base de que no todas las personas somos iguales (gracias a Dios), y por tal motivo no todos reaccionamos de la misma manera ante distintas circunstancias que se nos van presentando.

Es así que, se dice que el miedo es el gran enemigo del orador, ese famoso pánico escénico que a todos en algún momento de nuestras vidas nos habrá tocado, ese miedo “a la primera vez”, “al qué dirán”, “al fracaso”, etc.. Se nos seca la boca y la garganta, se paraliza la voz, comenzamos a transpirar, a movernos sin sentido, pero lo más horrible que nos puede llegar a pasar es que, a raíz de ese odioso miedo se nos nuble la mente de tal manera que no nos acordemos ni medio de todo lo que teníamos pensado hablar.

Dicen los especialistas que el miedo es un mecanismo de defensa, que nos sirve de protección para no recibir daño; nos mantiene alertas en situaciones de peligro para reaccionar ante las circunstancias amenazadoras, no es un enemigo, sino un aliado leal. Lo importante es aprender a canalizarlo y a utilizarlo constructivamente, a dominarlo.

No creo que exista persona en el mundo capaz de decir “Yo no tengo miedo”, así que a no mortificarse que aparentemente se puede llegar a encontrar la solución.

Se dice que existen dos métodos infalibles para contrarrestar al miedo, ellos son la “Actitud Mental Positiva” (A.M.P.) y un método de David Fischman (método que lleva su nombre).

La AMP, a grandes rasgos, consiste en utilizar nuestra mente para vencer el miedo, es una técnica 100% infalible para dominar el miedo de hablar en público. Es infalible porque utiliza nuestro cerebro, el instrumento más poderoso, complejo y eficiente que existe en el mundo. A través de ella nos imbuimos de ideas positivas para encontrar la fuerza y aplomo que suele hacernos falta cuando hablamos en público.

El método que encontró David Fischman es aquel en que, por un lado, hay que pensar en que cuando nos paramos al frente de un público, para pedir aprobación, admiración y aceptación, nuestro ego tiene mucho que perder. Nuestro ego entra en pánico al exponerse a una posible tragedia, a sentirse no querido ni aceptado. En cambio cuando nos paramos al frente del público con una actitud de servicio, el miedo disminuye. Si nos enfrentamos al público con una actitud de entregarle lo mejor que podemos ofrecer, de enriquecerlo y de ayudarlo, el miedo no tiene cabida.

Otro antídoto contra el miedo que menciona Fischman es prepararse. Los expertos recomiendan decir en voz alta el discurso, por lo menos seis veces antes de darlo. Otra cosa que contribuye a reducir el miedo es conocer anticipadamente a nuestra audiencia.

Por otro lado, el miedo de hacer una presentación lo vemos como un problema enorme, pero en realidad debemos poner las cosas en perspectiva. Es solo una presentación de 30 minutos o una hora ¿qué puede significar este tiempo en una vida? El miedo a hablar en público se basa en tigres imaginarios que llevamos en la mente y que no tienen sustento en la realidad. Para vencer el miedo tenemos que arriesgarnos y enfrentarlo, aprovechando todas las oportunidades que se presenten para hablar. Cuando lo hagamos, descubriremos que el tigre es sólo un espejismo. (David Fischman –UPC. El Comercio, Miércoles, 9 de junio de 1,999).

Bueno, espero que de alguna manera nos haya servido como para tener una idea de cuán importante resulta la palabra y la forma en que la misma va a ser expresada en lo que nos toca de acá a un futuro cercano.

No quiero terminar sin dejar un fiel reflejo de lo que la oratoria es. Una escena de una de las mejores películas que he visto hasta ahora. Deléitense...(perdón pero lo encontré en español, si alguien lo tiene con el idioma original que no dude en postearlo).



1 comentario:

María Paz.- dijo...

Me parece muy bien como relacionaste todos los temas que vimos hasta ahora.
Y en conclusión, creo que ya que la oratoria es una herramienta que nos ha de servir a los fines de lograr nuestro objetivo en un proceso, es sumamente importante que intentemos vencer ese "pánico escénico" que supongo, a todos les debe pasar.
Para ello, me parece que una buena forma de hacerlo es a través del estudio y de la preparación del caso y la estrategia a seguir. Creo que cuando uno está preparado, sabe cuáles son los hechos, cuál es la idea central de la estrategia a seguir, y cómo lograr demostrar la veracidad de nuestros enunciados a través de la actividad probatoria, el "miedo" disminuye notablemente.

Nos vemos en el aula...